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Trabajaba tanto y nunca tenía recompensas, más que el día a día. Fue triste cómo le cambiaron una estabilidad económica por miles de experiencias artísticas que ni era lo que deseaba, sólo porque las otras tenían envidia y, en vez de aplicar la ley, anteponían el sexo. Un día estalló y siguió una vida quizás inestable, pero al menos, feliz, y si ganaba dinero con ello, ¿qué había de malo? Supo qué no tendría la vida que deseaba porque no era guapa, incluso accedió a perder parte de su belleza momentáneamente para que otras dejasen de molestarle. Eliminó a cientos de personas en su vida, y no entendía por qué ese hombre que ser creía tan guapo se metía en su vida cuando ella ni lo aceptaba (si ya había encontrado a sus ideales y no era él, ¿por qué no se iba con otra/s abiertas?). Y, aunque ya sabe que no se casará ni tendrá esos hijos guapos con esos hombres con peor gusto, al menos tiene una vivienda, un gato, cerebro y sueños, y objetivos que cumplir. Y aunque el mundo no sea lo que

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Pensó que, si era rica y millonaria, sólo la querrían por dinero, sus pertenencias y todo lo que podía pagarles. Decidió empobrecerse, para ganar el corazón, renunciando a lujos, regalos, prendas, cirugías, viajes, excesos... Pero nadie la aceptaba, menos sin dinero, y vio que, aparte de no ser correspondida, no podía llevar esa vida que deseaba, ya que tampoco conseguía buenos trabajos, ni sueldos adecuados, ni llevaba las prendas que deseaba, ni podía hacer y tener lo que quería...

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Estaba embarazada, ya eran los 8 meses y medio, y en el día de la rotura de aguas, minutos antes, él le comunicó que llevaba tres años con otra y que no iba a continuar con ella, que él no era quién quería el hijo que iba a nacer y que no le importaba si tiraba o guardaba sus cosas, porque ya tenía otras en casa de ella.

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Ella le recordaba y lloraba esperando su vuelta, anhelando volver a sentirse deseada y querida por él, sentir su deseo y amarse mutuamente, mientras él estaba con otra, la que le lamía, besaba, se metía el pene en sus orificios, le hacía todo lo que pedía sexualmente con tal de complacerle... 

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Le diagnosticaron una enfermedad terminal. Su único deseo era seguir con ella, a su lado, pero se olvidó que ella quería tener una vida más allá de estar con él, y no pudo permanecer sólo a su lado ni estar hasta el último momento para despedirse.

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Sí, muy bien al principio, la pareja perfecta, guapos, queridos, ricos... Y sí, tuvieron hijos, pero a los 10 años ella pensaba que se había casado con una persona con discapacidad y él ni la veía guapa ni la deseaba...

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Educada para servirle y hacerle de todo. Desde pequeña, su padre y su familia ya le habían enseñado que ella debía obedecer siempre al hombre, sus deseos, complacerlo, soportarlo y tolerar. Nunca callar ni decir nada, siempre tolerar. Aprendió a leer y pocas cosas más, algunos números, lo justo, y sí a cocinar, llevar la casa, no criticar y estar actualizada en todo lo relativo a belleza (ya se habían asegurado de que siempre hiciese trabajos de belleza). Siempre la considerarían así, porque ella nunca desobedecería, ni criticaría, ni llevaría la contraria a los hombres, y siempre sería la más fiel sirvienta de su marido.  La vendió con 15 años aunque no sé casó hasta los 18 años, él unos 20 más, y ya le aseguró que no sería nunca madre. La tenía siempre en casa, limpiando y cocinando, con los canales que él supervisaba para que ella pudiese ver la televisión, así como cadenas de radio. Le hacía hacer todo lo que quería y más, y ella nunca se quejaba. Incluso la prestaba a amistades pa