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La belleza de una persona eclipsó al resto. Miles de hombres dejaron a sus mujeres, humillaban, comparaban y menospreciaban por esa mujer que todos deseaban, capaz de hacer cualquier cosa con tal de gustar, satisfacer y complacer. Desde pequeñita, sabía que gustaba y tenía que seguir gustando a todos, para tener y conseguir siempre lo mejor. Lo más caro, lo nuevo, lo no común, lo mejor...

Aunque, con el tiempo, algunos la habían ya dejado, cuando la conocían, otros muchos seguían adorándola. Pagaban por ella, le compraban todo lo que quería, la mantenían en trabajos estables y siempre algún extra para que siguiera teniendo fama, éxito y reconocimiento. Lo conseguía todo, no tenía valores morales si actuaba a su favor y siempre miraba su propio favoritismo tanto personal, social, laboral, de estatus.

Pero , aunque tuviese todo lo que quería, no consiguió ser la envidia, ni fue el modelo, ni inspiración ni belleza ni santo de devoción de muchas mujeres. Nunca tuvo verdaderas amistades por elegir su excesivo hedonismo y narcisismo, por querer ser más que otras, tener faltas de respeto a sus iguales y hasta preferir las parejas de sus amigas a ellas. No solía ser del gusto de ellas, y sólo se sentía cómoda con hombres. 

Pero no siempre todo fue como esperaba, y dicen que acabó como la protagonista de esa ópera, "La Traviatta"...

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